A propósito de lo que nos ha tocado vivir últimamente, he tenido la posibilidad de
pasar mucho más tiempo de calidad y disfrutar fines de semana con mi familia lo que, hasta
hace 4 meses atrás, era absolutamente impensado.
Esto me hizo pensar en la cantidad de tiempo que paso en eventos (en serio, tomé la
calculadora y saqué la cuenta jaja) y llevo, por lo bajo, unos 1.200 eventos de todo tipo…
WOW! Mi vida es un matrimonio permanente!!

Y bueno, podría hablar de un montón de cosas al respecto, pero haré una primera
“temporada” (ok, estoy viendo mucho Netflix) hablando de las distintas tribus que se ven en los matrimonios y como, desde mi mirada, aportan distintos colores a la fiesta más importante de la vida de tantas parejas.
LAS TRIBUS
No es que todos sean iguales, pero los tipos de novios o invitados tienden a repetirse o a
seguir patrones que uno, como productor y dj de tantos años, aprende a identificar
rápidamente; lo que es una tremenda herramienta para poder ofrecerles lo que buscan, pues cada tribu espera cosas distintas.
Voy a ir hablando de sus características sin entrar en el copucheo jajaja (lo que pasa en el
matri, se queda en el matri).
Bueno, para partir vamos con “Los papis” y en el siguiente con “Las amigas de la novia”.
LOS PAPIS
Les tengo harto cariño. He aprendido a reconocerlos y a apañar rápido con lo que buscan,
porque si hay alguien que quiere pasarlo bien y tiene poco tiempo pa eso, son los papis.
Los papis son parejas jóvenes con hijos recién nacidos o bien chicos, están llenos de ganas de carretear porque llevan un montón de rato ocupados con la crianza y todo lo que ésta conlleva. El tiempo (y las pilas) no les dan para ir a bailar tan seguido como antes y están llenos de emoción porque tienen un momento pa ellos solos, para reencontrarse como pareja lejos de los niños y ¡¡¡quieren darlo todo!!!

Expectativa vs realidad
Se mueren de ganas por tomar el teléfono para ver si les ha llegado un WhatsApp con el
update informativo de cómo van las cosas por casa, pero logran desconectarse porque así se lo prometieron y entusiasmo del carrete es más fuerte. Sobrevivieron al cóctel sin problemas, hablaron con montón de amigos y todo se siente genial como antes… Es como andar en bicicleta piensan, pero están equivocados… Se viene la cena.

La cena es el momento más difícil para los papis, pues implica bajar un poco las revoluciones
y esto les da tiempo de conectar con lo que han tratado de evadir todo este rato: Lo mucho
que extrañan a sus hijos. Empiezan a comentar de lo tierna que se veía la güagüa que andaba por ahí en el coche en el coctel y si habrá sido una buena idea salir sin ellos.
Luego se recuerdan los acuerdos previos y se convencen de que obvio que está todo bien en
casa; no tienen ningún WhatsApp sobre los niños así que tiene que estar todo bien….. (en este
momento cada uno piensa: capaz que no nos quieren molestar y por eso no nos han escrito)
Entonces llega el momento y llegan a un acuerdo: “ok, quedémonos un rato a la fiesta y nos
vamos, igual estamos raja”. Los papis han decidido irse temprano, pero no sin antes darlo todo.
Bailan desde la primera canción, se acercan a los novios a entregarles toda la energía del
universo (y de paso asegurarse de que los vean porque saben que se van a ir temprano), hay
un montón de canciones que no las han bailado nunca pero no bajan en actitud… se ríen,
bailan, pololean… Me encantan!
Yo los miro desde lejos y no paro de entregarles energía de vuelta, de hacerlos disfrutar y
recordarles lo que significa no parar de bailar un segundo… Se lo merecen todo el rato.
Larga vida a los papis; a su buena onda y a sus ganas de darlo todo lo más rápido posible,
porque saben que en casa los espera la fiesta que viven día a día junto a sus hijos y que es, sin
duda, la que más alegrías les da.
Los veo irse contentos, de la mano y ¡muertos de risa!
Yo sigo con la fiesta, hay muchas más tribus a las que debo seguir entregándoles lo que buscan.
Nos vemos!
Rob.